Fuente: Diario El ComercioPochita Rosana Espíritu Escobar
Doña Pochita tenía 17 años cuando empezó a vender pancitas y anticuchos en su Jauja natal. Aprendió de sus tías, que se dedicaban a este negocio y le transmitieron los secretos de su sazón.
En 1990 decidió migrar a Lima y se instaló en Lince, específicamente en la cuadra 23 de Ignacio Merino. Allí, con una humilde carretilla pero con mucha seguridad y empuje, doña Pochita empezó a tentar a los transeúntes limeños con el característico aroma de su preparación. El éxito vino a continuación.
Doña Pochita se enorgullece de ofrecer un producto de calidad. Ella se preocupa constantemente por utilizar insumos de primera: el corazón, choncholí, pancita y rachi de vaca de engorde los compra en el camal de Yerbateros, mientras que las mollejas y corazones de pollo son de San Fernando.
Dice que de su esquina nadie la mueve, y que el amor y la dulzura que pone en la preparación de cada una de sus porciones son el mejor secreto para alcanzar el toque de sabor que todos encuentran en su pancita, considerada por los entendidos como un verdadero patrimonio nacional.
El negocio de doña Pochita crece. Sus tres hijos se han ido involucrando paulatinamente, después de descubrir junto a su madre la importancia de preservar aquellas costumbres populares que sirven de fundamentos para nuestra gran gastronomía.
27 de septiembre de 2009
Jaujina presente en la Feria Mistura 2009
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