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Jauja, donde pagan a los hombres por dormir, fustigan a los hombres que insisten en trabajar, los árboles son de tocino y sus hojas de pan de fino. Las calles están adoquinadas con yemas de huevo y lonjas de tocino, asadas y fritas...

22 de febrero de 2013

¿Rellenar de gente a una nación?

Por: Carlos Villanes Cairo
Se rellena, don Vladimir Cerrón, los objetos o cosas que están vacíos: un pavo, una papa, una cayhua, un muñeco o una lista de candidatos, pero jamás un pueblo y peor una nación como la Wanka, grande, guerrera y gloriosa, que empezaba en el cañón de Socos en Chongos Bajos y terminaba en las inmediaciones del actual cerro Huancas y en la misma ciudadela Tunanmarca, inmensa y desconocida porque está semienterrada.

Sin contar que los wankas llegaron a zonas de la selva central como Pariahuanca, Chanchamayo y altinas, como el Canipaco y muchas más, tanto que los chancas jamás nos conquistaron y los waris supieron pactar con reverencia y cariño.

Cuando vinieron los Incas y después de la batalla de Maquinhuayo, donde cortaron la mano derecha a miles de guerreros nuestros y a otros tantos los desterraron a la selva, la Nación Wanka no murió. Enviaron mitimaes, pero muy poco hicieron por repoblarnos y nuestros dioses y costumbres siguieron latentes. Una prueba son los 42 restos arqueológicos wankas en el Valle del Hatunmayo o Wankamayo.

Y otra prueba, para que usted me entienda mejor, son los santuarios de Wari Willca en Huancayo y el Wallallo Karwancho (o Karwincho como decía el cura Avila), que los invasores hispanos derribaron para edificar la Capilla del Copón de la Inquisición en Chongos Bajos, o las colcas de Arawaturo, en Ahuac, en la vera alta de Ñahuinpuquio y cerca también del Kiswarpuquio, que mi amigo, el lingüista Rodolfo Cerrón-Palomino, me llevó a conocer, unos 10 o 15 años, antes de que usted naciera.

Hablo de Chongos y de Ahuac, porque usted, Vladimir Cerrón, aunque lleve apellidos españoles, es hijo legítimo de los comuneros de estas fecundas y hermosas tierras. Si somos cholos, a mucha honra. Entonces, de dónde vienen tantos saltos y tantos brincos que le autoricen a decir que los jaujinos no saben subir a un avión, o que los jaujinos y huancaínos se quedaron sin gente y “los rellenaron con mitimaes” y que ahora mismo los “verdaderos” ya no están en Huancayo o en Jauja.

¿Qué dirán nuestros hermanos huancavelicanos y ayacuchanos que por huir de la maldita guerra sucia de los 90 se acogieron en Huancayo? ¿Han “rellenado” Huancayo? No, es gente trabajadora que cada día engrandece nuestra tierra, benditos sean y bienvenidos para siempre.

¿Cuándo dejaremos de ser provincianos, eh? Dicen que en boca cerrada no entran moscas, y que las exageraciones y las mentiras siempre tienen patas cortas.

Aviso para navegantes: solo 24 minutos duró el vuelo en el avión que me trajo de Lima a Jauja, para asistir a la 3era. Feria del Libro de Huancayo, de vuelta demoramos 5 minutos más.
Fuente: Diario Correo Huancayo

2 comentarios:

  1. Si pues, Ud. muy consecuente con sus ideas, por eso hiberna en el país invasor-colonialista de la cultura andina de los andes centrales. Cómo decía José Varallanos a la tierra se ama fuera del desarraigo, el querido valle mi está balcanizado, ni está como en el medio oriente, para esgrimir un exilio forzado

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  2. Si pues, Ud. muy consecuente con sus ideas, por eso hiberna en el país invasor-colonialista de la cultura andina de los andes centrales. Cómo decía José Varallanos a la tierra se ama fuera del desarraigo, el querido valle mi está balcanizado, ni está como en el medio oriente, para esgrimir un exilio forzado

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