Por: Carlos H. Hurtado Ames
Jauja
es una corrupción de Xauxa, un nombre que aludía a un cuerpo político
preexistente en la sierra central peruana. No se sabe que significaba antes de
la llegada de los españoles. Todas esas aseveraciones que dicen que alude a un
supuesto bienestar no tienen fundamento, porque esta connotación solo la
adquirió luego de la Conquista. Las investigaciones recientes, además, sugieren
que el nombre de Xauxa era el del grupo étnico que se asentó en el valle de
Yanamarca, en la actual provincia de Jauja. Éste era el más importante de toda
la región central. ¿Qué sucedió para que fueran parcialmente borrados de la
historia y su nombre pasado a un segundo plano, a pesar de su evidente importancia?
En este artículo quisiera discutir ello a partir del
análisis del uso que se da a las palabras y la manipulación del pasado que
hicieron los incas cuando se establecieron en esta zona. Partiré de la
evidencia, ya inocultable a estas alturas de la investigación, que el llamado
“reino huanca” jamás existió, y que lo que caracterizaba la región era un
panorama multiétnico de confrontación; que la primacía política en la zona la
tuvieron los Xauxa, que deviene en el más importante; y que los Huanca estaban bastante
disminuidos en relación a ellos. También propondré que la confrontación que
tuvieron con los incas durante su expansión imperial fue decisiva para lo que
aquí se propondrá. Desde nuestra perspectiva, los primeros –los Xauxa– resistieron,
como es lógico debido al alto grado de complejidad que estaban alcanzando, y
los segundos –los Huanca– pactaron y se aliaron con los cusqueños.
Los documentos disponibles indican que una vez que los
incas conquistaron el valle lo denominaron como Huanca Huamani “en honor a una
piedra que había al inicio del valle”, pasando a ser, de esta manera, una
provincia inca. Independientemente de lo anecdótico del hecho, el evento es
trascendente. Primero, el nombre “huanca” asignado por los incas al valle es en
honor a una piedra y no a una entidad política; segundo, es a partir de este
momento que se generaliza la voz “huanca” para la región y es así como lo
recogieron los cronistas, sobre todo tardíos, en los que luego se basaron
algunos historiadores que trabajaron la zona. Es decir, por alguna razón, los
incas impusieron este nombre a la nueva provincia en desmedro de la de “Xauxa”,
que hemos dicho era la más importante y la que tenía la hegemonía. Tajantemente,
no hay evidencia en ninguna fuente administrativa histórica de la palabra
“huanca”, antes de la ocupación inca, generalizada para la zona. De acuerdo a
esto, se puede plantear que fueron los incas quienes promocionaron el nombre
“huanca” para la zona.
Es altamente probable que esto haya sido así como una
represalia contra Xauxa, por ofrecer una tenaz resistencia a la expansión
imperial, lo que no sucedió con los Huanca. Varios estudios actualmente
discuten el hecho que los caciques del sur del valle, de hecho, estaban
emparentados con los incas, al entregarles éste a mujeres reservadas de su
familia extendida, lo que probaría la existencia de un nexo que viene desde
antes. Además, cualquiera que haya visto los restos arqueológicos de la zona
Xauxa y la Huanca, se da cuenta rápidamente que era imposible que lo segundos
pudieran ofrecer algún tipo de resistencia a los incas, lo que no pasaba con
los primeros. Basta ver la inmensidad de Tunanmarca para hacernos una idea de
quienes estamos hablando. Y debió ser una resistencia formidable, porque los
incas los quisieron borrar del mapa en señal de castigo.
Ahora, el hecho que “huanca” es un nombre tardío y que
la región no se denominaba de esa manera sino de otra, lo prueba lo siguiente.
Todas las referencias sin excepción que hablan de la zona, desde los primeros
años de la conquista hasta el final del periodo colonial, la llaman como Jauja.
De este modo, el valle es Jauja, el corregimiento, la provincia y hasta el río
se las mencionaba como “Jauja”. En ningún momento aparece el nombre “huanca”.
Es decir, el nombre anterior era Xauxa, ahora mutado a Jauja. Se explica esto
porque los nombres no desparecen fácilmente o por una imposición, más aún si
están asociados a una determinada identidad, y porque con las palabas no solo
se dicen cosas, sino que, y sobre todo, se hace cosas. Es por esta razón que
cuando los primeros cronistas llegaron y preguntaron por la zona, lo primero
que les dijeron casi de un modo natural fue Xauxa. Esto se demuestra con lo
recogido por el cronista Pedro Pizarro, uno de los primeros que llegó a la
región, quien en 1533 se refirió al valle como: “Estos naturales de Xauxa […]”.
Ahora, la región circundante al valle de Yanamarca y la
norte del valle del Mantaro se llamaban Xauxa, fehacientemente. Esto se prueba,
además de lo ya dicho, por lo siguiente. En la historiografía reciente se ha
propuesto que muchos de los nombres de los caciques locales evocaban el nombre
del pueblo que gobernaban. Esto concuerda con la presencia de don Francisco Xauxa Surichac, el cacique principal de
la parcialidad de Hatun Xauxa hacia mediados del siglo XVI, y cuya mención
aparece en las Probanzas de Jauja.
Contrariamente no hay ninguna referencia de tal tipo para los caciques del sur
del valle. Es decir, la palabra “huanca” era reciente en ese momento.
La permanencia del nombre de
Xauxa/Jauja se sostiene por el hecho de que, como viene demostrando también la
historiografía, mucho de los cambios hechos por los incas se revirtieron una
vez desaparecidos ellos. Es decir, una vez salidos del mapa político los
cusqueños, la organización anterior volvió, simplemente. De esta suerte, el
nombre anterior a la imposición “huanca” hecha por los incas, regresó, es decir
Xauxa/Jauja. Volvió pero para denominar al territorio como siempre se había
hecho, como Xauxa, ahora Jauja. Los Xauxas, como el grupo étnico más importante
de la sierra central peruana, pasarían a ser paulatinamente parte de un tenue
recuerdo, siendo finalmente olvidados.
Los primeros historiadores que
comenzaron a escribir académicamente la historia de la región no se dieron
cuenta de esta manipulación y recogieron más bien la “versión inca” de esta
historia, patente en crónicas como las de los influyentes Garcilaso de la Vega
o el Sereno Cieza de León. De esta manera se habló, y se continúa hablando por
cierto, de “los huancas” como asociados a toda la región, lo cual es una
falacia. Xauxa y huanca son cosas bastante distintas y corresponde ahora situar
el real aporte cultural de los primeros al proceso histórico peruano.
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