Cuando llega el mes de las cosechas,
mes de mayo, nuestros ancestrales celebraban el “inicio de un nuevo ciclo” que
es instaurado por la constelación de la Cruz del Sur o Chakana. Su importancia
es reverenciada por ser el guiador del hombre de los andes en las épocas
agrícolas.
Una forma de agradecer a los
ancestros era ir hasta los “centros astronómicos ceremoniales o huacas o ushnos,
ubicados en la cima de las montañas, para ofrendar algún producto. Y es que las
puntas de los cerros son chakanas, medio de transición entre el “aka pacha” (mundo
real) y “hanan pacha” (mundo de arriba).
La devoción a la cruz católica se
inicia con la llegada de los españoles en el año 1533, recordamos aún la
primera cruz de la conquista que el dominico Vicente Valverde de Vallejeda
llevo a Cajamarca en la captura del último inca. Esta cruz llego a Jauja y
después de un alto en "Hatun sazwasqa Xauxa Tampu" fue llevado al
Cuzco por Pedro de Candía, uno de los trece de la Isla del Gallo.
Los dominicos quedaron en el Valle
del Mantaro con anuencia de Valverde y del Márquez Francisco Pizarro, después
de la fundación española de Xauxa (Jauja) la Capital de la Nueva Gobernación de
Castilla.
Tras la caída del imperio
incaico, los misioneros optaron por utilizar esos espacios y ubicar un símbolo
cristiano: la cruz. Ellos impusieron la creencia de que el 3 de mayo, fecha en
que la constelación está en posición cenital, se festejaría el día en que se
encontró la sagrada cruz de Cristo.
Esta labor se vio reflejada en la
colocación masiva de cruces en la cima de los empinados cerros, pueblos y
barrios, construyendo las capillas de "Tayta Cruz", "Tayta
Cristo", etc.
Esta difusión ha quedado
perennizada en la costumbre de los habitantes del Valle del Mantaro hasta hoy,
en las fiestas de "Safa Casa", donde los padrinos colocan una cruz
metálica en la parte más alta de la casa construida como testimonio de la
evangelización. Así mismo en la entrada y salida de los pueblos se colocaron
cruces para venerarla públicamente, o las populares "mesa de
difuntos" que ofrendan alimento a los muertos, o las "mezadas"
que ofrendan el pago a los Wamanis.
Es así que observar una cruz en
la cima del cerro es sinónimo de la división de dos mundos. Ni bien llega mayo
tiene que renovarse de energías; entonces, hay que llenarla de flores y más
ofrendas para que pasee por los campos. Tiene que ser agasajada por todos,
antes de retornar al cerro. Así el próximo año la cosecha será mejor.
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