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Jauja, donde pagan a los hombres por dormir, fustigan a los hombres que insisten en trabajar, los árboles son de tocino y sus hojas de pan de fino. Las calles están adoquinadas con yemas de huevo y lonjas de tocino, asadas y fritas...

31 de octubre de 2017

El aporte de un jaujino a la música criolla

La palabra criollo, en el Perú ha cambiado muchas veces de significado. Actualmente, para ser criollo se requiere antes que nada haber nacido en la costa y preferentemente en la capital, ser pícaro, trompeador, bebedor, excesivamente alegre, hasta el extremo de ser sinónimo de estafador.

Con estas condiciones el personaje que motiva el presente artículo no sería un criollo. Nacido en el distrito de Matahuasi, provincia de Jauja, en Junín, un 13 de octubre, del amor de Timoteo Inga Escobar y doña Benjamina Segovia, nació Carlos Inga Segovia.

Luego del Oncenio de Augusto B. Leguía vinieron épocas de gran agitación política y de fuerte represión contra el pueblo, causadas por la dictadura de Sánchez Cerro. Lo que obligó al padre de Carlos a enviarlo de la mano de su abuelita, hasta Lima. En esa época se escuchaba por la radio la voz de Carlos Gardel, despertando la afición por la música argentina, haciendo que Inga debutara con un tango en 1936 en Radio Internacional, situada en el callejón de Petateros –hoy Pasaje Olaya– dentro del programa “La escuela de Maruja Venegas”, compartiendo escenario con Lucy Smith –a quien le compuso un hermoso valse grabado por Los Cholos, en triste recuerdo a su fallecimiento– y Leonidas Collantes, dueño de una voz con tesitura de tenor.

Del barrio de Mercedarias, Barrios Altos, se mudó a Lince en 1939. Teniendo como vecinos a muchos cantantes famosos de la época, como Los Hermanos Govea, el dúo Costa y Monteverde y un joven trujillano llamado Luis Abanto Morales.

La amistad con este último se afianzó al integrar el conjunto denominado “Melodías Criollas” con Ramón Urizar en el piano y las guitarras de Mateo Lazo, Manuel Balta y Manuel Zavala, actuando en Radio Goycochea en 1941 –después de dos largos años de ensayo–, teniendo el honor de ser apadrinados por dos grandes: el piurano Francisco Reyes Pinglo y la moqueguana Amparo Baluarte Cornejo.

El “boom” de los auditorios de las Radios, era tal, que cada uno contaba con su propio marco musical y sus integrantes eran “exclusivos”. Es por esta razón que el conjunto llega a su fin, ya que sólo convocaban a solitas y dúos. Así Carlos y Luis conforman el Dúo Segovia-Morales, recorriendo Radio Victoria, América y Nacional. Poco tiempo después, a finales de la década de 1940 el gran Filomeno Ormeño los llamó a trabajar con él, viajando a Santiago de Chile para grabar 80 canciones para la RCA Víctor de ese país. En el viaje los acompañaron las hermanas Aída y Rosina Martorell. Allá se encontraron con Manuel “Chato” Raygada, con quien grabaron también.

Los contratos iban y venían, había que viajar hacia Argentina, pero su corazón ya le pertenecía a doña Josefina Parra Sánchez con quien se casa el 18 de mayo de 1947, quedándose en Lima a trabajar en una empresa constructora.

En 1952 decide formar el “Trío Lima” con José Arbulú y Guillermo Santos, trabajando para Radio San Cristóbal donde cada martes se rendía homenaje a un compositor criollo, entre los cuales estuvieron Felipe Pinglo Alva, representado por su hijo Felipe, Eduardo Márquez Talledo y Lorenzo Humberto Sotomayor.

Dentro de sus composiciones encontramos los valses “Pablo Casas Padilla”, “La Oración del Huérfano”, “Perú de mis amores”; los festejos “Tierra Limeña” y “La dulcera Tomasa”;y el tondero “Acurrucutú limeña”.

Carlos Inga representa para la canción costeña limeña uno de los pilares en la formación de los nuevos valores, por su ejemplo de artista solidario y honesto. Cantor, compositor y gran señor.
Fuente: Suplemento Variedades del Diario El Peruano.

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La música criolla en Jauja

Un grupo de amigos jaujinos acostumbraban a reunirse en la casa de José Martínez Martínez todos los viernes a partir de las 7 de la noche. La reunión tenía como objetivo practicar al son de guitarras y voces cantarinas, la música criolla y la música jaujina. En ese lugar reinaba la música en compañía de guitarras y canciones, ahí se intercambiaban bromas y poemas, ahí todo era fraternal y comprensión, jamás hubo una discusión, un mal entendido, ni mala voluntad.

Como pionero de la música criolla en Jauja, nace el primer conjunto musical llamado “Voces de América”. Tuvo como integrantes a José Cordero Martínez, primera guitarra; Alejandro Cortez, primera voz y a José Martínez Martínez, segunda guitarra y segunda voz.

Era el año de 1946, cuando el grupo “Los Morochucos”, estando en Buenos Aires, Argentina, pierden en don Luis Sifuentes, su primera voz. El director del grupo, don Augusto Ego Aguirre, decide que todos viajen al Perú, trayendo los despojos del finado Sifuentes. A poco tiempo, deciden resurgir al grupo y se informan que en Jauja existía un “trio” integrado por Alejandro Cortez, José Cordero y José Martínez. Como les faltaba una primera guitarra, llamaron a José Cordero Martínez, conformándose así, el segundo grupo de los Morochucos.

Después de una temporada exitosa en el Perú, por más de cuatro años, viajan a diversos países como Ecuador, Argentina, Bolivia y Chile. Al retornar a Jauja, le sucede como primera guitarra el también, ahora finado, guitarrista Oscar Avilés.

Sin descuidar su arte, desempeño cargos públicos de gran importancia concluyendo como alto funcionario del Banco de la Nación.

José Cordero Martínez era una persona muy asequible y de una fineza muy sutil, jamás se apartó de la música, animó con cariño sin igual los cumpleaños de todos los familiares, especialmente de su adorada madre. Fue además un gran jinete y como chalan participaba con gran prestancia al lado de su digno padre el Dr. Max Cordero en las fiestas tradicionales del Jala Pato en la plaza de Yauyos – Jauja, habiendo obtenido los primeros lugares en el arte ecuestre.

… Ha fallecido Max José Cordero Martínez, con su imaginaria guitarra entre los brazos, para seguir acariciando sus cuerdas para entonar temas como “El Huerto de mi amada”, “La Palizada”, “Hermelinda”, en la década de los años 50, cuando fue la primera guitarra de “Los Morochucos”… (Fragmento de “Mirador Xauxa", 1990).

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