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Jauja, donde pagan a los hombres por dormir, fustigan a los hombres que insisten en trabajar, los árboles son de tocino y sus hojas de pan de fino. Las calles están adoquinadas con yemas de huevo y lonjas de tocino, asadas y fritas...

17 de junio de 2009

¿SOLO FUISTE UN SUEÑO?

POR: MACKO LEIVA
Un día, camino a la universidad, tuve que regresar a recoger mis cuadernos y apuntes que había olvidado en la vieja casona que vivía. Mi primera clase de Análisis Matemático ya había empezado cuando llegué a la universidad, ingrese silencioso al salón y me ubique en la última fila de las cinco carpetas que estaban desocupados. Pude verte, eras mi profesora y escribías en la pizarra la solución del problema 44. Cuando terminaste de escribir y explicar como se resolvía, empezaste a caminar por todo el salón revisando con tu mirada los empeñosos y aplicados que eran algunos alumnos. Todos escribían, menos yo. El salón se encontraba en silencio, solo se escuchaba los tacos de tu caminar pausado. De pronto noté que te acercabas, me sentí descubierto e inútil porque no tenía ningún cuaderno o apuntes sobre mi carpeta. Al llegar te detuviste a mi costado, con mi cabeza agachada imaginé tu mirada asombrada por mi falta de empeño. Tratando de disimular mi deber de estudiante saqué cualquier hoja, pero cada hoja que sacaba tenía escrito solo algunas líneas, y lo peor, no eran míos sino de un amigo, me puse nervioso al notar que seguías mirándome fijamente y no sabía como explicarte que no era lo que pensabas y que no perdía mi tiempo. Decidiste sentarte a mi costado, tenías el tiempo suficiente porque esperabas que los demás alumnos terminaran de copiar lo que habías escrito en la pizarra. Me hablaste en voz baja, noté tu preocupación, me preguntaste porque mi rendimiento estaba mal en tu curso, te respondí y trate de hacerte comprender que era difícil estudiar y trabajar al mismo tiempo para mantenerme y pagar la universidad, que se necesita de más esfuerzo y dedicación. Me llene de amargura porque algunos no entendían ese sacrificio, creían que era fácil estudiar y trabajar. Te comenté que antes era más fácil estudiar con una economía más estable, mejor si vivían en la casa de sus padres y la preocupación era solo de estudiar. Fue tanta la rabia que produje que noté que tenia lagrimas en los ojos, eso me hizo volver a la realidad y te miré con una sonrisa hipócrita tratando de disimular lo que sentía. Me mirabas sin decir nada y para justificar mi actitud te dije que sabías mejor que yo, porque también fuiste universitaria en alguna época. Me preguntaste donde trabajaba y te dije en una fábrica de confecciones de ropa, que era el jefe del personal pero no me creíste.
Nuestra conversación se vio interrumpido por un alumno que se acercó para reclamarte que todos habían terminado de copiar hace buen tiempo y no sabían que hacer; creo que tenía razón porque en su mano llevaba una revista de Superman doblada en la última página, con dulzura le respondiste que irías en un momento, pensé que era el final de nuestra conversación. En ese instante, de la primera fila se levantó una persona adulta y salió al frente del salón para impartir la clase, por la edad y por su colaboración pensé que era tu esposo. No te moviste de mi lado, tampoco te inmutaste, te mire anonadado pero no me atreví a preguntarte si era cierto mi sospecha. Solo me quede prendido de tu mirada, pude contemplar tus hermosos ojos y acariciar tu piel mentalmente. Como un imán sentí la atracción de tu energía, lentamente, sin perdernos de vista nos fuimos acercando hasta besarnos brevemente, observé con disimulo a todas partes si había algún curioso que nos miraba, felizmente todos escuchaban con atención la clase que dictaba tu supuesto esposo. No había palabra alguna entre nosotros, solo de miradas, nuevamente volvimos a besarnos, ahora si fue un beso largo y lleno de éxtasis incitando a la pasión, corriendo el riesgo de ser descubierto, pero no nos importaba. Te abrase y lentamente te recostaste colocando tu cabeza en mis piernas, no podía creerlo, te tenía tan cerca que podía sentir tu respiración agitada y el palpitar acelerado de tu corazón. Con mis dedos empecé a jugar con tu cabello rebelde y ondulado, acaricie tu rostro y empecé a recorrer el contorno de tus ojos, de tu nariz, de tus labios. Cerré mis ojos para sentirte y dibujar tu belleza en mi corazón, tú solo atinabas a mirarme con pasión y dulzura. Lentamente mis caricias bajaron por tu cuello para sentir tú suave y ardiente piel descubriendo no solo tu hermosura sino también tú ser, me atreví a introducir mi mano por tu blusa hasta acariciar suavemente tus delicados, grandes y bien formados senos, cerraste tus ojos y te dejaste llevar. Por un momento estuvimos felices, tirados y abrazados, realmente no podía creerlo, parecía estar en un lugar que no era el salón de clase.
De pronto alguien me hizo una broma y todo el salón empezó a reírse, el alboroto nos hizo volver a la realidad y disimular lo que hacíamos separándonos una distancia prudente. El supuesto esposo rápidamente impuso el orden, se dirigió al lugar del autor del alboroto y le increpó su actitud, el alumno respondió que la broma era para su compañero de carpeta y no para mí. Con la confusión y el desorden que generó, el alumno decidió salir corriendo del salón, anticipándose a ser castigado, pero su compañero de carpeta no pudo escapar, el supuesto esposo le invitó a salir al frente del salón para recibir su castigo, le pidió que se bajara el pantalón y se inclinara, con una regla de aluminio le azotó tres veces. Yo me sentí culpable y avergonzado sin saber que hacer. Me levante al ver que se acercaba con una actitud firme y antes que me reprima, me anticipe diciéndole que no tenia nada que ver con esa broma porque no había dado ningún motivo a mis compañeros, contrario a lo que pensaba, se mostró muy amable y comprendió mi explicación, me dijo que no me preocupara y que mas bien tratara de olvidar el incidente, me dio la espalda y se marcho. Cuando me defendía pude darme cuenta que no me perdías de vista, parecías sentirte orgullosa de mi actitud y por la forma como enfrentaba aquel bochornoso incidente. Rápidamente la calma regreso al salón de clase, nos sentamos como al principio, fue cuando decidí preguntarte por el supuesto esposo y me respondiste con una tierna mirada y una sonrisa apagada diciéndome que no era tu esposo, que no eras casada y que ese supuesto esposo, era tu HERMANO. Realmente me dejaste sorprendido.
El timbre sonó anunciando el término de la clase, los alumnos empezaron a abandonar el salón haciendo diferentes comentarios, nosotros decidimos quedarnos sentados en el mismo lugar, no quería abandonar el salón porque a tu lado me sentía bien. Un compañero del coro de canto que no tenía mucha amistad se acercó y me invitó a jugar con la intención de confraternizar más, le dije que no, que prefería quedarme contigo para conocerte mas y se marcho. Nuevamente a solas, volví a preguntarte porque tu corazón no tenía dueño y me dijiste que desde la última vez que terminamos nunca mas quisiste tener otra relación, tu respuesta me desconcertó más aún porque no podía recordar que alguna vez fuimos enamorados y haber compartido momentos románticos como ahora. El compañero del coro de canto volvió a interrumpirnos, insistió en jugar conmigo y de lejos gritó preguntándome el color de mi preferencia, le respondí azul o negro pero no quería entrar al juego. Por un instante observé lo que jugaban, habían formado una ronda y todos escribían en un pequeño papel, parecía que escribían el color de su preferencia para adivinar al momento que le preguntaban a cada participante, a un costado observé un hipopótamo que me sorprendió, alguien estaba disfrazado pero parecía muy real y le daba un aspecto de fiesta infantil al juego. Yo me quede contigo, estábamos solos, no quería moverme del lugar y que el tiempo sea eterno, creo que también así lo deseabas. Nuevamente te abrase y nos besamos, cerré los ojos para sentirte mejor, fue un beso largo y apasionado. En ese momento escuche nuevamente el timbre, tratamos de obviar y seguir besándonos, yo sumaba algo de pena a mi sentimiento porque capaz todo terminaría cuando regresen los demás alumnos. El sonido del timbre era diferente y no cesaba de sonar al punto de interrumpir nuestro apasionado beso, extrañado abrí lentamente mis ojos y me encontré con una escena diferente al salón de clase, observé a mi alrededor y me dí cuenta que estaba solo en mi cama, el sonido del timbre era de la alarma de mi reloj. Trate de no moverme y cerrar mis ojos para seguir durmiendo, pero no pude, resignado comprendí que solo era un sueño.
Me levanté tratando de recordar todo y con el consuelo que te vería mas tarde en el trabajo. Solo que… aún eras mi amiga.

1 comentario:

  1. Aldo Briceño3/7/11, 1:42 a.m.

    jajaajaajjajaja, me dio mucha risa al leer el desenlace. buena.

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