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Jauja, donde pagan a los hombres por dormir, fustigan a los hombres que insisten en trabajar, los árboles son de tocino y sus hojas de pan de fino. Las calles están adoquinadas con yemas de huevo y lonjas de tocino, asadas y fritas...

21 de enero de 2010

Feliz 20 de Enero - Jauja Yauyos

Porque somos jaujinos, porque somos tunantes.
Bailaremos, cantaremos y lloraremos con sentimiento de Cullucara.
Porque somos esencia viva y pícara para burlarnos de los “ninuchas”.
En cada paso, en cada requiebre te demostrare mi naturaleza “jaujacha”,
¡¡¡Upiacushun, llushpipa, llushpipa!!!
¡¡¡Salud, cepillado, cepillado!!!

Macko Leiva

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18 de enero de 2010

Cultura Tunantera: La Armonía de las Diferencias

Por: Soc. Francisco Núñez Gonzáles

De todos los bailes andino-mestizos del Perú, el baile de la Tunantada, originario del valle de Jauja, congrega personajes emblemáticos de las diferentes etnias, culturas y clases sociales que constituyeron el sistema socio-económico de la colonia en el centro del Perú. Ciertamente la incorporación de estos personajes en la cuadrilla tunantera fue un proceso gradual y con una evolución propia desde inicios de la República hasta las primeras décadas del siglo XX, apreciemos solo en una dimensión, de modo breve y preciso dichos personajes aún vigentes.

Para comenzar, El Príncipe, este altivo tunante, representa al hispano, a la autoridad política Virreinal, pero con un poder económico y una soberanía muy restringida por el poder real de los curacas Xauxa-Huancas.


Cerca de él se distingue La Wanka, quién personifica a la originaria de la nobleza Xauxa, ostentadora de la riqueza curacal, por lo mismo que resulto el personaje social más codiciada por el español.


De singular postura es La Jaujina, quién representa el encuentro de dos mundos, personifica el sin igual mestizaje jaujino, es el fruto de la unión del español con la noble e originaria Xauxa.


Otro personaje consustancial al ser jaujino es El Doctor que simboliza al tinterillo, es hombre culto, letrado, hábil para interpretar las leyes, con gran poder mediador y regulador de conflictos.


Del norte del Virreinato de La Plata procedía El Tucumano, es el arriero, personaje que cumple un rol estratégico en el sector económico y comercial a través del servicio de transportes de mercancías, aportó también con su arte, con la vidala; a este canto de los muleros se le llamó Muliza.


De la región Yunga del Alto Perú procede El Jamille, este mestizo, también comerciante, se desplazaban por todos los confines del Virreinato ofertando sus yerbas curativas.


Los pobladores de avanzada edad también ocupaban un lugar en la sociedad colonial, y están representados por María Pichana y su Viejo, su nombre proviene del quechua Pichay que significa barrer.


Una de las etnias milenariamente vinculadas al Xauxa es el Campa llamado Anti, es el nativo de la selva central, desempeñó también un rol en el circuito económico de la colonia. Habitante proveniente del oriente, de donde sale el sol, Anti es una corrupción del quechua Inti.


De otra parte El Chuto Decente, representa, al originario noble, a los segmentos medios de la sociedad, al que anhela el progreso social, al mestizo emergente, es un personaje emblemático con el que más se identifica al jaujino.


El Huatrila o Chuto propiamente dicho, es el personaje que representa al originario Xauxa, es semejante al Cochinero y al Auquish Kumo de otros distritos de Jauja. Personifica al Hatún Runa, dedicado mayormente a la agricultura y al pastoreo.


Finalmente, La Cuzqueña, es la nacionalidad que representa al Quechua, etnia del incario que también se asentara en el valle de los Xauxas, antes de la colonia.


Todas estas etnias y clases sociales, en lo artístico, se diferencian también por la policromía de su indumentaria, por los diálogos y guapeos que ellos suscitan, por los singulares pasos artísticos que despliegan al son de una bella melodía de un huayno o muliza y no obstante esta complejidad logran armonizar una presentación de conjunto, sin dejar de demostrar un estilo personal marcado por el palpitar individual de cada bailante.


En lo estructural: el orden económico, el equilibrio social, y el modus vivendi para sostener el sistema colonial en el valle de Jauja, tuvo un proceso histórico de singulares características, respecto a otros procesos socios económicos regionales de esa época.


En efecto, la “Armonía de las Diferencias” sin desconocer las contradicciones socio económicas, no es más que la expresión en lo fundamental, por un lado de una mejor distribución de la abundancia generosa que producía el valle de Jauja. Al respecto, aún mediados del siglo XIX era posible disfrutar dicha exuberancia, Manuel Pardo y Lavalle veedor lúcido nos relata en 1859 de este prodigioso del Valle… “Cuatro meses dura únicamente la labor de la tierra… a los cuatro meses se recoge las cosechas más optimas de toda clase de granos, trigo, maíz, cebada, raíces y verduras de todas las clases, recogida las cosechas se invierte lo que haya producido en Fiestas y aguardiente y la tierra y los habitantes descansan los ocho meses restantes”.


Entonces, parafraseando esta realidad histórica diríamos “Mientras Jauja Danza la Providencia hace la Labranza”.


Por otra parte, la tenencia de la tierra, distribuida gran parte en manos de los curacas, comunidades campesinas, medianos y pequeños propietarios, es decir el usufructúo de originarios, mestizos, españoles y otros foráneos de esa enorme parcelación de la propiedad, posibilitó una convivencia sin extremas desigualdades y exclusiones.


La historia colonial viva de Jauja en su esencia sigue recreándose en el baile de la Tunantada, como se percibe, esta expresión cultural y artística, tiene sus raíces en esa peculiar económica, que soportó una sociedad de relativa concordia; situación que ulteriormente, desde la etapa republicana, se creó y generó un fuerte sentimiento por ese pasado nada traumático, nada desgarrador en la construcción social de Jauja.


Por ello, la Tunantada, es esa “Armonía de las Diferencias” que se añora, y al recrearlas en el mundo de las imágenes y del arte, se vive intensamente; por lo mismo que, los bailantes asumiendo indistintamente diferentes actores económicos, sociales y étnicos mantienen una identificación con el personaje que representa a esa sociedad colonial que se fue, mundo colonial que igualmente constituye una raíz fundamental de nuestra identidad.


Concluyendo, la tunanta tiene un valor cultural que nos enseña a ejercer nuestro derecho de ser diferentes en armonía, respetando al individuo, tolerando que él sea como es y no como uno deseara que sea.


En una sociedad donde la moral está en extinción, estos valores tunanteros, como en este caso “Armonía de las Diferencias”, no solo debemos recrearlos en el plano de la abstracción y lo estético, deben igualmente servirnos como conceptos operativos para coadyuvar a resolver conflictos que se suscitan entre las personas, en el hogar, en la comunidad y del mismo modo puede usarse como un eficaz recurso para fomentar la democracia en toda su extensión.


Entonces, la enseñanza es no anular las diferencias sino más bien armonizarlas de modo que confluyan, hagan sinergia en un camino, en un objetivo, en un proyecto compartido.


En consecuencia, para el éxito de la gestión corporativa, no hay que buscar un escenario de igualdad, ni ocultar los conflictos, ni las diferencias, más bien descubrirlas, reconocerlas y fomentar su armonía.


Por ello, el arte de un buen líder, entre otras virtudes, es saber articular diferentes sueños, necesidades, y prioridades, es lograr la estabilidad de un sistema que satisfaga la prosperidad común.


Reiterando, en el baile de la tunantada no sólo cada personaje es diferente al otro, cada bailante es también diferente para un mismo personaje, sin embargo esa heterogeneidad encuentra el gozo y la armonía en el son de una sola melodía tunantera.


Estas reflexiones que venimos llamando, desde hace algún tiempo “Cultura Tunantera”, contiene una fuente inagotable de valores: filosófico, social, estético, ético y moral, como “Armonía de las Diferencias”.


Por ello, mal se dice, porque mal se ve, cuando se afirma que la tunantada es simplemente baile y licor o como decía una dama asistente con copas dentro, refiriéndose al último Festival Tunantero por el 3er. aniversario de la Asociación de Instituciones Tunanteras residentes en Lima-ADIT, “esto se está convirtiendo en una mina” especulando, seguramente, sólo el movimiento económico que estos eventos genera más en Lima que en Jauja.


En efecto, el empeño debe centrase en develar estos contenidos, estos valores, estos neuro conceptos que habitan en el inconsciente del Xauxa, que están ocultos tras la externalidad de las fiestas, de los bailantes y en toda la expresión cultural y artística del exuberante Mundo Xauxa.


La intención de este rescate cultural es revalorizar y practicar esos conceptos, fortalecernos culturalmente para promover ciudadanos con una enraizada identidad, de modo que con personalidad propia, se contribuya a visionar y edificar un Perú en armonía, respetando las diferencias, trenzando sentimientos, sueños y tareas para un gozo común, como nos ilustra el baile de la tunantada.

FNG/ versión final.
Enero/2009
Pacoxauxaperu@yahoo.es

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10 de enero de 2010

JAUJA Y SU FERIA DE LIBROS

HAY UNA ENORME TRADICIÓN DE ESCRITORES
Marx Espinoza Soriano
Fuente: Diario Correo Huancayo


Comenzamos el año haciendo un recuento de algunas obras publicadas en Jauja el 2009. Más allá de de los tópicos y de la cronología, queremos resaltar por un lado el trabajo de producción literario-editorial en Jauja, la importancia que encarna en el desarrollo educativo-cultural de nuestro pueblo, y por otro lado vislumbrar la espontánea y feliz alianza entre gobierno local e iniciativa privada organizada. Así tenemos: "Greda" Revista de Arte y Cultura, "Estampas del Carnaval Jaujino" de César Núñez Arroyo, "Elius" y "Cuervo Blanco" de Gerardo García Rosales, "Cuerva Noche" de Luís Suárez Galarza, "Jauja en Tercera Dimensión" de José Romero Solís, "El Ferrocarril al Corazón del Perú: Jauja" de Manuel Pardo y Lavalle, "La Casa Grande" de Isaías Rivera Rodríguez, entre otros.
Por ejemplo, "El ferrocarril al corazón del Perú: Jauja", es en realidad la reedición de "Estudios sobre la Provincia de Jauja" (1859) que a propósito de los 100 años de la llegada del tren a Jauja, se publicó con la inclusión de fotografías, mapas, planos y perfiles que le dan valor agregado al libro. El autor, Manuel Pardo y Lavalle -primer presidente civil del Perú- revela de modo visionario, la necesidad de alcanzar el desarrollo y luchar contra la pobreza integrando y articulando el país, según el texto, tendiendo una red de comunicación ferroviaria. Además de ello, el libro contiene interesantes puntos de vista sobre los vigentes problemas y posibilidades de desarrollo local y nacional, sin escatimar por supuesto en apreciaciones sobre la hermosura de Jauja y el valle que lo circunda.
Con la reedición de "La casa grande", Isaías Rivera, pone a nuestro alcance diecisiete relatos de corte principalmente costumbrista, en los que aborda temas diversos como la descripción de paisajes naturales, costumbres populares, experiencias y anécdotas donde la sátira e ironía se presentan para, acertadamente, retratar la Jauja de hace treinta o cuarenta años, con sus personajes, usos, costumbres e idiosincrasia. Para ello echa mano de la representación-recreación de la trama, como la caricaturización de los personajes protagonistas de los relatos. Así, el autor, se enfrenta con serenidad y ternura al inexorable paso del tiempo y su jauría: la doble imagen espacio-temporal, en que madre y tierra conforman un corpus lumínico, se refleja entrañable en este libro.
Se evidencia entonces la impostergable necesidad de instaurar e institucionalizar la Feria del Libro Jaujino -a la luz de su 476 Aniversario de Fundación Española de Jauja- como actividad de promoción cultural y aporte al desarrollo social-cultural del Valle del Mantaro y de la provincia de Jauja, para reivindicación de la milenaria cultura Xauxa, en aras de su proyección, integración y respeto, así como de afirmación de la identidad y tradición jaujinas.

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5 de enero de 2010

EL BALCÓN JAUJINO

METÁFORA TANGIBLE DE UNA ESTIRPE POR DEVELAR
Nora B. Balvín Lazo
Historiadora de Arte, UNMSM

Foto balcón: Archivo Halckon Editores
Foto actual de la esquina: Nora Balvín Lazo

Tras la emoción apreciativa que nos convoca aquel esplendoroso, singular y vetusto balcón jaujino, toda vez que volvemos hacia la hilaridad de su inédita representación y que otrora se ubicara en los altos de la esquina que forman los actuales jirones Junín y Bolognesi, asoma implícita su rica valoración artística y sobre todo identitaria derramando elegante y exclusiva autenticidad; siendo la clamorosa retórica visual de Wenceslao Hinostroza, que la dejara inscrita en la pasada década del cincuenta, como un importante legado colonial a resguardar.

Este exquisito balcón jaujino -hoy desaparecido- se ofrece como una figura artístico-cultural por excelencia, representativa de una época en su provincianidad, destacándose por su elegancia distintiva cargada de ansiedades barrocas transplantadas y que floreciera con matices propios e invalorables. Inconmovibles conciencias ignaras la arrancaron y hoy en día nuevos despertares colectivos vindicativos reclaman por su reinscripción fáctica como parte de las actuales acciones de la puesta en valor, recuperación y conservación de la zona monumental de la ciudad de Jauja, otorgándosele con ello un debido tratamiento, un sentido y el lugar que le corresponde a su representatividad.

Ya desde su antigua y particularizante exterioridad como intérprete privilegiado de las aspiraciones de una sociedad de época, habla, reiterándonos la necesidad por su estudio, agudizando de esta manera el espíritu reflexivo, inquieto y siempre inconforme de sus intelectuales y profesionales de los últimos tiempos, en clara relación de cercanía y hasta de pertenencia que experimentamos frente a lo que fue la obra artística en sí y a sus aplaudidos y aun incógnitos autor/es y mecenas, dejándonos a través de este encantador balcón en clara armonía con la primigenia fachada de corte incaico, una inmanente señal que sobrepasa un status social: metáfora tangible de una estirpe por develar en estos tiempos de evidente y expectante protagonismo jaujino.

Octubre, 2009

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