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Jauja, donde pagan a los hombres por dormir, fustigan a los hombres que insisten en trabajar, los árboles son de tocino y sus hojas de pan de fino. Las calles están adoquinadas con yemas de huevo y lonjas de tocino, asadas y fritas...

1 de marzo de 2017

No solo de tunantada vive un jaujino, también de cortamonte

El carnaval jaujino se manifiesta a través de los cortamontes que se realizan en cada barrio y comprende la “traída” y el “tumbamonte”. Autentica y peculiar expresión cultural por medio de una danza, elaborada artísticamente con una demostración de garbo y elegancia que en cada paso realizan las parejas, y que no es fácil ejecutarla perfectamente.

Aún recuerdo, las primeras veces, cuando asistía a los cortamontes para ver a las parejas que se diferenciaban por su baile refinado. De noche, cuando los árboles habían caído, los nuevos padrinos dejaban la plazuela del barrio y encabezaban la pandilla hacia la plaza de armas, ingresando triunfalmente y “guapeando” por el jirón Junín o Grau, formando una inmensa pandilla de varias cuadras. Las parejas vestidas típicamente se mezclaban con las que vestían de civil.

El público en general que contagiados por el frenesí, dejaban de ser espectadores y se animaban a bailar. Era fiesta de carnaval y a esa hora estaba permitido que las parejas participen en la pandilla sin vestir el traje típico jaujino.

Los nuevos padrinos, junto a sus familiares y amigos, al llegar a la plaza de armas, se dirigían al “Casino de Jauja” para ser homenajeado por su antecesor y la fiesta seguía con algún grupo tropical.

Una noche, cuando observaba a los bailantes del Barrio de Huarancayo que se dirigían a la plaza de armas, una vecina, me propuso hacer “bollitos”, no sabía lo que me proponía, pero al explicarme, comprendí que era una invitación a bailar. La denominación de hacer “bollitos” era la costumbre de bailar sin disfraz, siguiendo a la pandilla hacia la plaza de armas.

Como muchos, practique mis primeros pasos con los “bollitos”, asimilando poco a poco hasta tener confianza y destreza. Después vendría la primera vez que bailaría con una hermosa jaujina. Fue en el barrio de La Libertad. Con temor ingresé al ruedo, sentía que todas las miradas de los espectadores eran para mí, no me quedo más que bailar cerca a los árboles y cubierto por las demás parejas que si mostraban con naturalidad su destreza dancística. La experiencia fue hermosa y me motivó a seguir bailando, la segunda vez fue con más seguridad y así de a poco a poco llegué a tener la confianza de los antiguos y expertos danzantes. Hasta llegar a dibujar con los pies y expresar con los movimientos del cuerpo, el garbo y la elegancia del carnaval jaujino. La posición de bailar al fondo, pasó a la parte exterior del ruedo, cercano a los espectadores. Sentí toda la emoción que produce nuestra tradición carnavalesca mediante la danza. En cada paso que daba me encantaba el arte de llevar a mi pareja e intercambiar miradas y sonrisas cómplices. Tantas historias vividas. Tantas historias por recordar y por contar.

A esa temprana edad no tenía terno y no quedaba otra que pedir prestado a mi padre. Yo era un poco más alto que él y tenía que bajar la basta del pantalón, Aunque no era mi talla pasaba desapercibido, mejor si bailaba en el barrio de Huarancayo, porque el poncho ayudaba a cubrir el terno. Hasta que un amigo, que en esos tiempos no bailaba muy seguido, me presto su terno que si era de mi medida, porque teníamos la misma estatura. Ese año bailé en casi todos los barrios de Jauja, como pronosticando mi despedida de varios años. Al devolver el terno, fue como dar la posta a mi amigo, como si el terno se hubiera convertido en un “terno bailarín”, le cambio su actitud de no bailar y ahora, hasta el día de hoy, sigue bailando los cortamontes.

Pasaron los años, baile en muchos barrios. Tuve la oportunidad de regresar varias veces y disfrutar de nuestra hermosa tradición. Algunos años no pude, como algunos jaujinos que no tienen la oportunidad de regresar por varios motivos. Esas veces que no regrese, solo quedo contentarme con los hermosos recuerdos que guardaba y que afloraban al ver una foto, un vídeo, alguna noticia o algún motivo relacionado al carnaval de nuestra tierra, nuestros cortamontes. Solo quedaba hacer la promesa de regresar nuevamente.

Hasta una próxima historia de Jauja…

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