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Jauja, donde pagan a los hombres por dormir, fustigan a los hombres que insisten en trabajar, los árboles son de tocino y sus hojas de pan de fino. Las calles están adoquinadas con yemas de huevo y lonjas de tocino, asadas y fritas...

12 de abril de 2017

ALLCA, el perro protector de Tayta Cáceres

Una tarde visité Paca, invitado por los comuneros que agasajaban a su diputado. Primeramente fui a la Iglesia a trabar conocimiento con el Crucificado milagroso, que salvara al entonces general Cáceres, cuando, prófugo, después de la derrota de Huamachuco, recorría los senderos ocultos de cabras y venados de la cordillera, cruzando a lo largo de ella por entre las guarniciones chilenas, que le buscaban con ahínco. Dirigíase a Ayacucho, en pos del regazo consolador de la ciudad materna.

Se tiene la idea en Paca de que el caminante que de pronto se ve seguido de un perro, tendrá feliz viaje y fácil arribo. Ya Cáceres, refiriéndome al feliz presagio que tuvo al acercarse a Jauja en aquellos días luctuosos. Hallábase extraviado entre las breñas, y de pronto le salió al paso un perrito blanco, haciéndole fiestas con la cola.

El héroe tuvo una corazonada: abandonó las riendas al caballo y éste marchó decididamente tras el perro. A menudo el amable animalillo volvía la cara como para ver si su protegido lo seguía.

Había momentos en que este animalito se adelantaba para husmear el camino y regresaba luego corriendo y alegre como para darle a entender que no había novedad, proporcionándole así este nuevo acompañante un gracioso entretenimiento durante toda la noche de su viaje.

Con el amanecer llegó a Jauja, en momentos que el “pongo” (sirviente) de la casa del cura Vianderas abría el portón de la calle; preguntó por él y le mandó a decir que ya estaba allí, esperándole.

Salió su amigo, muy sorprendido con su inesperada visita, y trató de inquirir la causa que le motivaba; le respondió que por el momento no podía suministrarle ningún dato, ni pormenores de ninguna clase; y que solamente deseaba le proporcionase una taza de té y una copa de coñac y cama, porque estaba rendido de sueño y cansancio, suplicándole que no le despertara hasta que le llamase, y que también atendiera a los jefes que le acompañaban, que luego llegarían.

Se acordó del canino compañero y encargó que lo buscaran; pero no lo encontraron, fueron infructuosas sus averiguaciones para obtener informes sobre su diminuto guía, que desapareció tan misteriosamente como habíase presentado.

Este episodio concuerda con la creencia Huanta, de que "ALLCA", el perro, es una divinidad bienhechora del hombre, vigilante y fiel por excelencia. Sin duda por eso hoy nunca falta uno de esos lanudos canes de los Andes en la choza del indio; y éste a menudo arriesga su vida para salvar la de su leal amigo.

¡El perrito blanco era “Allca”, protector del Héroe de las Breñas del Mantaro!

Fuente: gdp1879.blogspot.pe / Blog de Jonatán Saona

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