Cuenta la historia, que la venerada imagen de la Virgen del Rosario
fue obsequiada por el rey Carlos V de España a la comunidad religiosa de Santo
Domingo del Cusco.
Llegada al puerto del Callao, la caja que contenía la Virgen fue
cargada por unos indios, que ignoraban su contenido, y conducida con dirección
a la ciudad imperial a través de uno de los caminos incaicos que pasaba por
Jauja.
Después de una fatigosa marcha, llegaron a esta ciudad e hicieron un
alto en ella para descansar. Cuando quisieron continuar la marcha, el cielo
jaujino se cargó de gigantescos nubarrones y al rato menudearon rayos y
truenos. Luego, se desató una terrible granizada y después un incontenible
chaparrón que inundó casi toda la ciudad.
Pasado el terrible temporal, los cargadores de la caja que contenía la
virgen decidieron reanudar la marcha hacia el Cusco, pero no pudieron hacerlo
porque había adquirido un peso descomunal que les impedía alzarla. Una vez y
otra vez intentaron vanamente moverla. Este hecho causó sorpresa entre los
cargadores quienes, a pesar de su agresividad de la ruta, la habían
transportado hasta allí sin ninguna dificultad.
Llevados por la curiosidad acordaron abrir la caja para ver su
contenido. Al levantar la tapa, encontraron la efigie de una bellísima mujer
con su hijo en uno de sus brazos: ¡Era la Virgen del Rosario! Los pobladores,
al conocer esta situación, la interpretaron como un mensaje de la Virgen, que su
voluntad era de quedarse en Jauja. Este acontecimiento avivó la fe católica
jaujina y así, a exigencia del pueblo y la decisión de las autoridades
eclesiástica, la Virgen del Rosario pasó a ocupar uno de los altares de la
Iglesia matriz de Jauja.
Desde aquel entonces, los jaujinos organizan fiestas ya introducidas
por los españoles, en honor de la Virgen del Rosario, católicamente proclamada
Patrona de la “Muy Noble Ciudad de Jauja”.
A través del tiempo, muchos fueron los milagros de esta santísima imagen
y sus devotos fueron aumentando día a día. Muchos de ellos, en agradecimiento a
sus favores, le ofrecieron joyas de gran valor, bienes urbanos, fundos rústicos
y chacras situados en pueblos aledaños, todo ellos donados testamentariamente.
Actualmente, en nuestra ciudad, la fiesta de la Virgen del Rosario,
tan arraigada en el corazón de los jaujinos, se realiza todos los años el
primer domingo de octubre (salvo excepciones) sin la fastuosidad de antes pero
si con gran veneración.
Foto: Xauxa Tiempo y Camino
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