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Jauja, donde pagan a los hombres por dormir, fustigan a los hombres que insisten en trabajar, los árboles son de tocino y sus hojas de pan de fino. Las calles están adoquinadas con yemas de huevo y lonjas de tocino, asadas y fritas...

29 de enero de 2015

Hoy tengo una cita especial con una de las mejores mujeres

Un 29 de enero, hace unos años, una pequeña razón cambio mi vida para siempre, nació mi hija. Cada año que pasaba aprendió de mis conocimientos y yo aprendí de su pequeño corazón a amarla mucho, al punto que ahora es mi razón para vivir porque su amor que me da es incondicional y eterno.

Cuanta inseguridad y algunas caídas tuvo cuando aprendió a caminar y a valerse de a poco por sí sola, pero siempre se paraba y tambaleando venía hacia mí con sus brazos abiertos buscando protección, yo le abrazaba y le daba seguridad. Cuantos juegos que tuve que volver a jugar por ella y compartir nuestras alegrías con su sonrisa callada que me regalaba y algunos llantos también. De a poco, empezó a pronunciar palabras que me daba alegría, más cuando me llamaba papá, pero también me robaba lágrimas de emoción cuando me decía que me quería.

Cuantos fines de semana que pasamos juntos jugando en el parque con su triciclo, yo corriendo detrás de ella para que nada malo le sucediera, o con una pelota, dándole con delicadeza para que pueda responderme con sus manos frágiles, o en el columpio empujándole suavemente para que pueda mecerse. Recuerdo que una vez se cayó del columpio, imprudencia mía o de ella por no agarrarse bien, no lo sé, pero yo aprendía a ser padre y ella a ser una niña, a veces inquieta.

Cuantas tardes de caminatas cuando el sol ya se ocultaba y agarrados de la mano regresábamos a casa después de haber jugado.

Pasaron los años y sus pasos cada vez se hicieron fuertes y cada vez más largos igual que el mío, ya no tengo que caminar despacio para entonar nuestros paseos. Su estatura también cambio y reclamo lo suyo y tampoco tengo que bajar la mirada para encontrar su hermosa mirada.

El abrazo frágil que me daba se convirtió en un abrazo fuerte y con seguridad, las palabras de un “te quiero” casi impronunciable se convirtió en una demostración completa de amor. Sus conocimientos ya son como el mío, por los días que pasamos juntos estudiando. Ahora lucha casi sola, casi independiente, por ser mejor y captar más experiencia cada día que amanece y lucha sin cesar para lograr el destino que decidió tener.

Ahora es una mujer pero para mí siempre será mi niña preciosa, esa niña con su hermosa mirada, su bella sonrisa y la grandeza de su corazón. Yo fui el arquitecto de su niñez y sé que ella será la arquitecta de mi vejez, y con el tiempo, será quien guie mis pasos y me dé seguridad como yo lo hice al inicio de su vida. Sé que no soy un hombre perfecto, pero trato de ser un buen padre, y siempre estaré contigo en las buenas y en las malas.

Es el motivo que hoy tengo una cita especial con una de las mejores mujeres que tengo en mi vida.

Simplemente eres mi vida y lo serás por siempre aún más allá del infinito… ¡Feliz cumpleaños amorcito, mi pequeña Nikita!

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